Michoacán como laboratorio
Empresarios ‘‘vigilantes’’
Telecom y reforma del DF
Julio Hernández López / Astillero
Un nuevo experimento está siendo solicitado en el laboratorio denominado Michoacán. Ya antes se cultivó el virus de las autodefensas desde la matriz Bucareli y se transmutó a uno de los personajes principales del expediente de la niña Paulette y su colchón mágico en golpista comisionado plenipotenciario. Ahora se pretende, a petición de un empresarial ‘‘consejo ciudadano’’, que las próximas elecciones de gobernador, congreso del estado y presidencias municipales en esa entidad se realicen bajo la sostenida intervención del gobierno federal.
La tentación de modelar los comicios michoacanos conforme al interés de Los Pinos ya fue vigorosamente practicada durante el calderonismo, cuando el hermano Felipe hizo lo indecible para tratar de imponer a su hermana Luisa María, apodada Cocoa, como gobernadora. Hubo fintas aberrantes, como la que en junio de 2011 juntó a los dirigentes de los tres principales partidos nacionales y a ‘‘representantes’’ de la sociedad michoacana (desde luego, las cúpulas empresariales como factor determinante) con la intención de negociar una candidatura única que en los hechos hiciera innecesaria la realización de las elecciones constitucionales y las convirtiera en mero trámite desangelado. Los dirigentes partidistas de aquellas fechas siguen siendo Gustavo Madero (en un segundo periodo que es una derrota muy fuerte, acaso definitiva, del calderonismo), Jesús Zambrano (quien está de salida, pero cuya corriente, Los Chuchos, seguirá controlando el aparato del sol azteca) y Humberto Moreira, cargo que hoy ocupa César Camacho, pero que en realidad sigue ejerciendo Enrique Peña Nieto. Ese proyecto de sustitución abierta de la sociedad y sus procesos electorales por acuerdos de élites fracasó y luego Calderón empeñó recursos públicos, maniobras policiacas y militares y tretas varias para tratar de hacerse familiarmente de su estado natal. También en eso falló.