Pacto pasmado
Zambrano estelar
Secretarías atoradas
Julio Hernández López / Astillero
El peñanietismo tuvo que improvisar ayer una sesión de aire y saliva para aparentar que sigue adelante la apuesta de pacto unitario con la que pretendía llegar al sábado del despegue. Sin nada en las manos, enmudecidos significativamente ante los reporteros a los que citaron sólo para efectos testimoniales, y enmarcados en los tres colores del priísmo y la conducción a cargo de los vicepresidentes virtuales, los voluntariosos de la versión política de Bailemos por México pretendieron darle a Enrique Peña Nieto cierto material de utilería para que el Primer Teleprompter del País (PTP) sea enriquecido con frases optimistas respecto a una supuesta versión atlacomulquense del Pacto de la Moncloa (ca... dicen algunos, como en Pregunta, ca..., aunque bien a bien este tecleador mal drenado no alcanza a entender la relación entre Moncloa y ca...).
Un pacto que significaría la máxima intención reformista global del peñanietismo y que con esas zanahorias de cambios daría soporte a un proyecto de rediseño político que duraría el sexenio, con papeles garantizados desde el poder pinolero para los aliados que hubieran aprovechado las ofertas por inauguración de tienda. Clientela distinguida y conocedora del valor de la compraventa política oportuna: por el PAN, plenamente decidido a practicar el neodieguismo de los tiempos salinistas que están de vuelta, Santiago Creel, Juan Francisco Molinar HorcABCitas y Gustavo Madero; por el PRD, los Chuchos que sólo con esta venta de garaje podrían aspirar a sobrevivir a migraciones morenas: Zambrano, Ortega (invitado a otras sesiones) y Carlos Navarrete; por el PRI, el protocolario Pedro Joaquín Coldwell.