miércoles, febrero 11, 2009

Todos Unidos Contra Slim

Marcela Gómez Zalce

• Catastróficas hormonas
• Rumbo al Estado fallido


El poder y la jactancia en un hombre juntos, mi estimado, ensoberbecen, embriagan y causan delirio. Estupenda la escalada de tubazos entre el (des)gobierno de Felipe y el empresario Carlos Slim, quien en su divertida ponencia en el Congreso dibujó un panorama negro, aunque acompañado de una serie de propuestas para salir de la crisis.

Sí, my friend, Slim se aventó con todo poniéndoles descomunal madrazo a los jinetes de la tormenta, que utilizaron la inconfundible histeria (mensual) del secretario del Trabajo (sucio), Javier Lozano Alarcón, quien cual trastornado perro rabioso despotricaba en su media tour contra las declaraciones catastrofistas del poderoso empresario… que le puso las íes económicas al escenario oficial cuyos disfuncionales no acusaron recibo de sus simpáticas propuestas.

No, amable lector, es mucho más atractivo organizar el TUCOS (Todos Unidos Contra Slim) para agarrar valor aventándole montón y, para ese tipo de grotescas faenas, nadie cubre mejor el perfil de camorrero como Lozano… protagonista fundamental en la protección de la lacra Germán Larrea y de Grupo México, de los arbitrarios atropellos en contra del sindicato minero y Napoleón Gómez Urrutia, y de la exquisita tenebra oriental —que lo ha obligado a ir a declarar más de dos veces a Estados Unidos– del Ye Gon con su coopelas o cuello.

Pero quizá habría que preguntarse (just for fun) el fondo del pleito y de la molestia, que ha desencadenado una descarnada lucha entre los poderes fácticos que cada vez más se pitorrean de Felipe y su Gymboree.

Todo este eslabón de estupendos sucesos no puede ser desvinculado de la cadenita (del retrete) que pasa por la SCT de Téllez, el affaire Carpinteyro, el triple play, la alianza Slim-Vargas-Dish que detonó… el abierto descontento de Televisa, cuya cercanía con Telefónica (donde aparecen las huellas de Roberto Hernández) se da de manera natural y que está enclavado en la lucha por el pastel de telecomunicaciones… donde los bandos están, digamos, bastante definidos. O sea, quién con quién.

Y cómo estarán los ánimos, que la cúpula de Chapultepec 18 decidió abrirle la pantalla a la descontrolada neurosis del pend…enciero de Lozano para partirle su mandarina en gajos a Slim, y de ahí, el secretario del Trabajo (sucio) se fue dando cátedra sobre la industria de las telecomunicaciones… tema que compete a Luis Téllez, quien debe estar, literalmente, en la lámpara sideral al no estar invitado al ring mediático de su competencia. Cuestión que no debe sorprender porque los imb…erbes en el poder (del no poder) demuestran que en esta guerra fáctica nadie los respeta ni teme, haiga sido como haiga sido.

Y mientras the big boys are fighting, el PRI le avisa a Felipe que, con la pena, pero le darán entrada al asunto de la controversia contra el espléndido reglamento de la SCT —que trae llamativa jiribilla–, y ayer Emilio Gamboa levantó una tarjeta para serenar las hormonas federales de este (des)gobierno que no ha medido que el que se ríe se lleva, y el que se lleva se aguanta.

Y el número de peligrosos focos rojos y frentes abiertos de los jinetes de la tormenta en escasos 26 meses son ya demasiados.

El pleito abierto con Slim, la distancia con Televisa y TV Azteca por la espotiza, las señales federales disociadas sobre el “catarrito”, perdón, neumonía, los delicados jaloneos en la política cambiaria, aunadas a que el organizado crimen entra sin problemas a una… cárcel para ejecutar a unos reos y llevarse a otros, para desatar tremenda plomiza con cerca de 21 muertos ayer en Chihuahua justo cuando la estrella (porque brilla por su ausencia) de Bucareli Gómez Mont anda de gira vendiendo la imagen real de México, conforman un cuadro de histeria colectiva y de cabos sueltos encabezada por Felipe Calderón.

Cuyo (des)gobierno no tiene la capacidad, credibilidad (porque de la estatura, ni hablamos) ni autoridad moral para armar consensos… sino disensos camorreros que navegan desafiantes en un complejo y muy volátil contexto que da síntomas de cansancio, hartazgo, agravio, enojo y de tensión social, política, económica y empresarial. Todo, my friend, en el mismo calderón del infierno. Ahí donde los discursos en los micrófonos ante cualquier auditorio, incluido el castrense, resultan ridículos ante una descontrolada realidad y un predecible destino…

El del Estado fallido.

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